“Confirmado por Hacienda: los regalos de Reyes también tributan por el Impuesto de Sucesiones y Donaciones”. Esta noticia ha provocado un aluvión de comentarios que comparto en su mayoría. https://x.com/elespanolcom/status/2004823357095555125 Los impuestos son un robo. Y algunos son insaciables, no les llega con lo que ya han robado y quieren más. Sin embargo, hay que decir que no es el robo preferido por los gobernantes, porque es impopular (solo es popular robar a los “ricos”). El robo más insidioso es de la inflación de precios (causado por la inflación monetaria). Los gobiernos/bancos centrales “imprimen” dinero, beneficiándose directamente por ello y causando graves perjuicios a los ahorradores en particular y a la economía en general. Ahora bien, el mayor perjuicio no se debe a “imprimir” dinero, sino al privilegio de la banca con reserva fraccionaria. Privilegio que el Estado concede a sus amigos los bancos a cambio de financiación. Nada hay más dañino que la expansión crediticia bancaria. Pero este robo (fruto de la inflación monetaria indirecta) es difícil de entender y, por tanto, fácil de disimular. Es el cáncer de las sociedades actuales. Solo el dinero fuerte (oro, Bitcoin) puede frenar la enfermedad. El patrón oro hizo lo que pudo, limitando parcialmente la inflación monetaria indirecta, pero tenía ciertas debilidades que facilitaron su abolición. El dinero actual (fíat) permite una inflación casi ilimitada. Su único límite es la hiperinflación. Pero mientras tanto, gobiernos y banqueros pueden robar a sus anchas. La expansión crediticia de la banca de reserva fraccionaria (privilegiada interesadamente por los Estados) destroza las economías con ciclos económicos periódicos (auge y caída). Descoordina la sociedad. Alarga las guerras. Dificulta el ahorro y provoca un aumento de la preferencia temporal nefasto para la sociedad. En definitiva, el dinero fíat y la expansión crediticia bancaria (Estados y bancos de reserva fraccionaria) son los grandes enemigos de todos nosotros y, lamentablemente, la gran mayoría no es consciente de ello (la gran mayoría ni siquiera sabe de qué *oñ* estoy hablando).